Cuba: La artesanía del Habano



Vimos ayer la historia, hoy vamos a centrarnos en la labor artesanal que hay detrás de cada cigrarro habano. El campesino, el torcedor, con paciencia, sencillez y buen hacer trabajan incansablemente siguiendo una tradición centenaria que ha permanecido inalterable hasta hoy.

Cuba dedica sus mejores vegas para el cultivo del tipo de tabaco con el que se confeccionan Habanos. La región de Vuelta Abajo es considerada una de las mejores del mundo para su cultivo y la única que produce todos los tipos de hoja.

La provincia de Pinar del Río, situada en la parte más occidental de la isla, comprende dos importantes regiones tabacaleras: Semivuelta, que abarca las zonas orientales de la provincia, y Vuelta Abajo, la región tabacalera más renombrada del mundo y que ocupa gran parte de la zona central, occidental y meridional de la provincia. Desde el s.XIX, es la principal zona de cultivo del país.

Cultivar tabaco requiere experiencia y trabajo en condiciones extremadamente duras: altas temperaturas, humedad y largas jornadas. Aún así el campesino cubano perpetúa esta larga tradición familiar ligada a la cultura del tabaco.

Existen dos formas de cultivar tabaco: 1. El tabaco de sol, que produce cuatro de las cinco hojas necesarias para hacer un Habano. Se denomina “tripa” a la parte compuesta por hojas de ligero, volado, seco y capote, es la que le da el sabor característico a cada cigarro. 2. El cultivo del tabaco tapado, que consiste en cubrir con telas blancas que protegen del sol al cultivo, produciendo hojas de aspecto más delicado, que se destinan exclusivamente a capa, es decir a envolver la tripa, en contacto con la boca.

El terreno ha de ser suelto y bien drenado. En agosto, se preparan los semilleros, tras 45 días de riego las plántulas están listas para se trasplantadas a mediados de Octubre. Durante 45-50 días las plantas alcanzarán su pleno desarrollo. Es el momento de la recolección: cada hoja es recogida una a una y a mano. Tras ser recolectadas, son llevadas a las Casas de Tabaco donde se preparan para ser curadas.
Tras ser cosechadas deben pasar por procesos naturales para ser utilizadas en la elaboración de un Habano. Se dan una serie de transformaciones químicas en la hoja que modifican sus propiedades químicas, físicas y organolépticas. Este proceso empieza en las Casas de Tabaco donde tendrá lugar la curación al aire, al que seguirán la primera fermentación, despalillo, clasificación, segunda fermentación, oreo, enterciado y añejamiento antes de que las hojas vayan a la fábrica.

La elaboración de los Habanos se realiza siguiendo el mismo método de hace dos siglos. Los torcedores usan sólo unos elementos imprescindibles para crear su obra: una tabla de rolar, el casquillo, un pote de goma vegetal, la chaveta, la guillotina, un cepo para chequear largo y calibre, y unas manos hábiles que superan la destreza de cualquier máquina.

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