Colón y el descubrimiento del…Tabaco



Escribe Colón en su diario: “…Es aquella isla la más hermosa que ojos hayan visto…”. Sus palabras recogen la fascinación que le produjo el esplendor y los colores de la tierra recién descubierta. La tierra que pisaba era la Bahía de Bariay, en el noreste de Cuba, situada en la actual provincia de Holguín. Corrían las fechas del 28 de octubre de 1492.
Recién estrenado el Nuevo Mundo, comenzaba el encuentro entre dos culturas. Por primera vez los ojos de un europeo se asombraban ante esa belleza tan embriagadora como desafiante.

Al gran descubrimiento le sucede un nuevo hallazgo, aparentemente más pequeño, pero que ha tenido una fuerte influencia en la cultura occidental. Transcurrió así: Colón, como era su costumbre, mandó a dos de sus hombres, Luis de Torres y Rodrigo de Xerez, a explorar la zona y contactar con los emisarios del Gran Kan (por aquello de las Indias, ¿recuerdan?) para firmar un tratado comercial.

A principios de noviembre, los dos exploradores se encuentran con los habitantes de la isla, los indios Taínos. Hombres y mujeres aspiran el humo de unos cilindros de hojas secas, esto llama la atención de los visitantes.

De regreso a Playa Blanca, en la bahía, relatan a Colón lo que han visto y éste hace la siguiente anotación en su diario el día 6 de noviembre de 1492:
«…Iban siempre los hombres con un tizón en las manos (cuaba) y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas (cojiba) metidas en una cierta hoja seca también a manera de mosquete…, y encendido por una parte. Por la otra chupan o sorben, y reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se adormecen las carnes y cuasi emborracha, y así dicen que no sienten el cansancio. Estos mosquetes… llaman ellos tabacos».

Colón utiliza en su diario, las palabras «cuaba», «cojiba» y «tabaco». Se cree que «cojiba» (también cohiba, cohoba o cojoba) es la palabra taína que designaba al mosquete o rollo de hojas secas que fumaban, el primer nombre del cigarro. Y «tabaco» era el nombre del tubo en forma de «Y» con el que los indios aspiraban tabaco en polvo, aunque hoy es la palabra que se usa en Cuba y República Dominicana para decir «cigarro».
Los chamanes lo usaban para entrar en trance y ponerse en contacto con el mundo de los espíritus, en medicina (hacían cataplasmas para curar afecciones de la piel) e incluso había tribus que lo consumían como alimento. Fruto de este intenso contacto de los indios con el tabaco, los españoles se encontraron con un sinfín de palabras que designaban al mismo, cada una en una lengua o dialecto diferente: yoli, petum, picietl, cumpai, tobago, etc.

Pero Colón y sus hombres ya habían mostrado al mundo el tabaco y, poco a poco, este empezó a ser conocido y apreciado en otros países. Walter Raleigh, lo llevó a Inglaterra y Jean Nicot, embajador de Francia en Portugal, lo introdujo en la corte francesa recomendándoselo a la reina como remedio para sus jaquecas.

El uso del tabaco se puso de moda entre las clases acomodadas debido a que durante esos primeros tiempos se le atribuyeron infinidad de propiedades curativas, casi milagrosas. Pero no era consumido en forma de cigarro, si no en polvo, una de las formas sencillas en que lo consumían los indios.

Surgieron los «molinos de tabaco» que se encargaban de obtener el valioso polvo conocido como «rapé» . Esta fue la forma más frecuente de consumir tabaco durante el s. XVI y primera mitad del s. XVII.

En el Archivo Histórico de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, se constata que los cigarros elaborados por hombres, arrancan allí en la segunda mitad del siglo XVII (1686), y en la Fábrica de Cádiz, algo más tarde, empiezan a ser elaborados por mujeres, origen de las célebres «cigarreras». Se fabricaban gran variedad de cigarros: grandes, medianos de «hila colorada», conocidos como «papantes», y otros cigarros pequeños, atados con hila blanca, «a la moda de Cádiz».

La primera aparición de las anillas se relaciona con la necesidad de tapar el hilo que ataba la capa y evitar que quedase colgando. Más adelante, las anillas se hicieron algo más anchas para evitar que los caballeros se mancharan los blancos guantes al sujetar el cigarro.

De ahí a que se imprimiera en ellas la marca del fabricante quedaba sólo un pequeño detalle: la invención del sistema litográfico de impresión.

Los primeros cigarros Habanos llegaron desde la Real Compañía de La Habana en 1747, incrementándose su consumo en las décadas siguientes.
En el s. XIX, comienza la industria tabaquera de Cuba. Surgen multitud de pequeños talleres de torcido de cigarros,»chinchales». En la segunda mitad de siglo, siguen surgiendo chinchales y surgen las marcas clásicas, cuyo prestigio dura hasta nuestros días: Hija de Cabañas y Carbajal (1819), Larrañaga (1834), Partagás (1845), Romeo y Julieta (1875), La Flor de Cano (1884) y La Gloria Cubana (1885).

Casi todas ellas fundadas por colonos españoles hasta 1898, cuando se desencadenó la guerra hispano-americana, la industria tabaquera estuvo en manos españolas.

Tras la interferencia norteamericana en la Guerra de Independencia Cubana, que los «mambises» (los patriotas cubanos) llevaban luchando desde hacía más de una década, la industria tabaquera empezó a ser controlada por empresas norteamericanas.

Fue en el s. XIX cuando se desarrollan los vitolarios clásicos, tal y como los conocemos. Destacan las primeras vitolas, la «Corona» y la «Media Corona» (posiblemente dos de las más antiguas), que eran ofrecidas como obsequio a la Corona Española, junto con otras no tan conocidas en la actualidad, como las «Regalías», las «Medias Regalías», los «Imperiales», los «Monarcas», los «Cetros», las «Reinas» y los «Príncipes».

El s. XX tras la guerra, resurge la industria tabaquera, paralizada por la guerra y la intervención americana. Se crean nuevas marcas y nacen Fonseca y La Belinda en 1907; Bolívar en 1927; Troya en 1932; Montecristo en 1935; Flor de Rafael González Márquez en 1936 y Saint Luis Rey en 1940.

Con el triunfo de la Revolución, se reorganiza la industria tabaquera y se suma al progreso de las marcas y la calidad de los cigarros. En 1966 nace Cohiba (considerado el mejor habano del mundo); en 1969 Trinidad, el regalo de protocolo del gobierno de la República de Cuba y, recientemente, en 1999 San Cristóbal de La Habana. La industria tabaquera cubana actualmente continúa creciendo para satisfacer las exigencias de su exquisito mercado.

Esperamos haber despertado vuestra curiosidad por esta industria centenaria. En esta ocasión nos hemos centrado en su historia, pero queda mucho por decir sobre su plantación y procesos de elaboración. Todo ello, en un próximo artículo que esperamos sea de vuestro interés. Eso sí, si queréis conocer más de cerca esta realidad os invitamos a asistir al Festival del Habano Cuba 2012 que tendrá lugar en La Habana, del 27 de febrero al 2 de marzo. Cómo no, os recomendamos alojaros en BelleVue Deauville, en pleno corazón de la ciudad.

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